LA IMPORTANCIA DEL LENGUAJE NO SEXISTA


LA IMPORTANCIA DEL LENGUAJE 
NO SEXISTA


El término igualdad es una conquista inacabada. 
La discriminación de género es una realidad que vemos reflejada muy a menudo en actos muy cotidianos.
 
“En ninguna sociedad las mujeres disfrutan de las mismas oportunidades que los hombres.” 
(Informe sobre Desarrollo Humano). 

Durante muchos años, la democracia se había olvidado de las mujeres, haciéndoles un vacío legal que se sumaba al que ya recibían por parte de la sociedad. 

El castellano, contiene formas y expresiones que mantienen al margen al género femenino y que se llevan utilizando muchos años.

En los últimos tiempos tratamos de apostar por las políticas de igualdad y se han instrumentalizado a través de diferentes estrategias y planes de acción para que mujeres y hombres seamos copartícipes en la vida social, jurídica, económica y política.

Por ello queremos acabar el año hablando de una de nuestras metas, la inclusión del lenguaje, dar pautas para que este sea incluyente no sexistas.  Dando alternativas que nos permitan decir lo que necesitamos sin excluir, a decir adiós al masculino genérico, reconfigurar nuestra visión y expresión androcéntrica. 

Toda lengua, como instrumento de comunicación requiere, adaptarse y reciclarse a las necesidades de quienes la usan, con capacidad para modificarse y acompañar la evolución del género humano. A su vez, cada lengua nos enseña a ver el mundo. Por esto, las políticas de igualdad no han de perderse de vista la importancia de las políticas lingüísticas y es preciso reconocer el significativo papel que desempeñan como refuerzo, impulso y consolidación del nuevo pacto social entre géneros que estamos construyendo. No es nuestro propósito romper los principios comunicativos de la lengua española, ni de ninguna otra lengua, sino enriquecerla, al igual que las aportaciones de las mujeres enriquecen la vida social. Las convenciones sociales, y el lenguaje otorgan a determinados sectores sociales el privilegio de la voz y de la representación, mientras que a otros los excluye de él. Existe una responsabilidad política que haga que los cambios sociales vayan acorde con los cambios lingüísticos, y lograr, gracias al carácter performativo del lenguaje, que éste se convierta en el cauce sobre el que sedimentar y legitimar la presencia de las mujeres en los espacios del poder y de autoridad.

Es mucho lo que tenemos en juego, estamos dando un paso histórico hacia una igualdad para hacerse presente en el día a día de cada una de nosotras y nosotros. Pues bien, en esta etapa decisiva, legitimar cualquier uso discriminatorio y excluyente de nuestra lengua supone dar carta de naturaleza a la ideología que lo justifica. 

El lenguaje inclusivo, va más allá de incluir «X» y arrobas en el lenguaje o realizar desdoblamientos. Se trata de hablar y escribir de un modo inclusivo y no sexista, de devolverles a todas las personas el poder de definirse, independientemente de su sexo o condición.

Incorporar una perspectiva de género, significa integrar en cada intervención el objetivo de la igualdad de género y la consecución de formas de participación y representación igualitarias para mujeres y hombres.

Tenemos presente que el lenguaje no es neutral, ni secundario en ningún caso; durante muchos años hemos hecho uso de un lenguaje que es susceptible también de generar discriminación de oportunidades y de trato entre mujeres y hombres. Por su parte el de los espacios comunicativos, con su variedad de textos y documentos, debe reflejar necesariamente el protagonismo compartido de hombres y mujeres en estas tareas, así como hacerse eco de mensajes y contenidos que permitan avanzar en igualdad.

Existen varias alternativas que se proponen para un uso no sexista del lenguaje, todas permitidas por la estructura y las leyes de funcionamiento del castellano, hay algunas más afianzadas y asumidas ya por una mayoría de hablantes, mientras en otros casos se oscila entre diversas variantes, en espera de ver qué solución lingüística se impone.  

Los recursos en función del objetivo serían obtener un lenguaje neutro o común, destacar ambos géneros o evitar tópicos sexistas. Sin duda, la opción elegida será la que visibilice más nítidamente la diferenciación de hombres y mujeres, por ser una exigencia de la comunicación y de la representación.


Es momento de pararse a pensar en cómo hablar, para leer información, para buscar nuevas alternativas con las que nos sintamos más cómodas y cómodos para integrar de a poquito con humildad, para no discriminar no sólo a las mujeres si no al resto de colectivos minoritarios.

"El Diccionario de la Real Academia nos trata como ciudadanas de segunda" 
María Martín Barranco


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