REVICTIMIZACIÓN O VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA, ¿QUÉ ES?

 






El término victimización secundaria, también conocida como revictimización, hace referencia a la experiencia que atraviesa una víctima cuando, al interactuar con el sistema jurídico-penal o con ciertos profesionales, se siente nuevamente vulnerada. Este fenómeno puede producirse debido a diversos factores, como la necesidad de repetir el relato del hecho ante diferentes personas, participar en ruedas de reconocimiento o asistir a juicios.

En este proceso, profesionales como médicos/as, policías, peritos/as, abogados/as y jueces/zas pueden convertirse en agentes que, sin intención, vuelven a someter a la víctima a una situación de sufrimiento. La víctima, al ser cuestionada o puesta en duda, revive el trauma sufrido, lo que puede generar nuevos daños emocionales.


Consecuencias 

Las consecuencias de la victimización secundaria pueden ser devastadoras y pueden intensificar los efectos negativos de la experiencia traumática inicial. Estas son algunas de las repercusiones más comunes:

1.      Agravamiento de los efectos psicológicos: La revictimización puede empeorar los efectos del delito original, provocando una mayor angustia y ansiedad al tener que revivir el trauma repetidamente.

2.      Sentimientos de incomprensión e indefensión: La víctima puede sentirse desamparada, sin apoyo, y podría percibir que el sistema judicial y los/las profesionales involucrados/as no están tomando en cuenta su dolor.

3.      Frustración e impotencia: El proceso judicial, a menudo largo y lleno de obstáculos, puede generar una sensación de que no se está logrando justicia. Esto puede llevar a la víctima a cuestionarse la efectividad del proceso.

4.      Pérdida de confianza en las instituciones: La víctima puede perder la confianza en las autoridades y los/las profesionales encargados/as de proteger sus derechos, lo que puede desincentivar futuras denuncias.

5.      Impacto en la vida personal, familiar y social: Las secuelas psicológicas y emocionales de la victimización secundaria pueden extenderse a otras áreas de la vida de la víctima, afectando sus relaciones personales, familiares y su entorno social.


Formas de evitarlo

Es fundamental que tanto la sociedad como las instituciones tomen medidas para evitar que las víctimas sufran revictimización. Algunas prácticas clave son:

1.      Respetar la identidad de la víctima: En casos de abuso, es esencial preservar la privacidad y la intimidad de la víctima, especialmente en situaciones mediáticas. Los medios de comunicación y las autoridades deben ser responsables de proteger los derechos de la víctima y evitar la exposición pública innecesaria.

2.      Evitar justificar el acto violento: Comentarios como “¿Qué hacía a esa hora en la calle?” o “Algo habría hecho para merecerlo” no solo son injustos, sino que perpetúan la cultura de culpabilización de las víctimas. Es crucial recordar que la violencia nunca tiene justificación.

3.      No dudar de las declaraciones de la víctima: Para una persona que ha sufrido un abuso, contar su experiencia puede ser extremadamente difícil. Si las autoridades o profesionales dudan de su relato, esto puede desmotivar a la víctima a denunciar y revictimizarla. Es esencial creer en su testimonio y brindarle el acompañamiento necesario, ya que esto le impedirá en un futuro seguir el proceso o incluso denunciar si le vuelve a pasar algo. 

4.      Validar las emociones de la víctima: Escuchar sin juzgar y ofrecer un espacio seguro para que la víctima exprese sus sentimientos y necesidades puede fortalecer la relación de confianza y ayudar a la víctima a sanar.

5.      Reducir la duración de los procesos judiciales: Los procedimientos judiciales largos, llenos de interrogatorios y confrontaciones, son una de las principales formas de revictimización. Es esencial agilizar estos procesos para minimizar el sufrimiento de la víctima y evitar que tenga que revivir el trauma una y otra vez. Al final, si esto no se lleva a cabo, es abrir la herida una y otra vez. 


Por esto tenemos el Estatuto de la Víctima; ley constitutiva del estatuto jurídico de la víctima del delito que pone de relieve los derechos que tiene una víctima y sus familiares tanto dentro de un proceso judicial como fuera de él. El Estatuto de la víctima no solo es utilizado por profesionales del derecho como abogados o jueces. Este texto legal también es de utilidad para profesionales del campo de la criminología, como victimólogos/as o analistas criminales, ya que en él, además de definir jurídicamente qué es una víctima, se establece cómo esta puede verse perjudicada durante la investigación de un delito o en el momento de prestar declaración.

Es esencial crear una definición de víctima, ya que es lo que va a permitir a las personas poder entrar dentro de las distintas leyes y procesos. en el estatuto de la víctima nos encontramos con estas definiciones: 

·         Como víctima directa, a “toda persona física que haya sufrido un daño o perjuicio sobre su propia persona o patrimonio, en especial lesiones físicas o psíquicas, daños emocionales o perjuicios económicos directamente causados por la comisión de un delito”. 

·         Como víctima indirecta, “en los casos de muerte o desaparición de una persona que haya sido causada directamente por un delito, salvo que se tratare de los responsables de los hechos”. 


Diferenciar con Victimización Terciaria

A diferencia de la victimización secundaria, que está relacionada con las interacciones directas entre la víctima y el sistema judicial o los/las profesionales involucrados/as, la victimización terciaria hace referencia al estigma social que sufre la víctima debido a la exposición pública del caso. En la era digital, los medios de comunicación y las redes sociales amplifican este estigma. La víctima y su familia pueden sentirse acosadas, juzgadas o espiadas, lo que afecta gravemente a su privacidad y sus derechos básicos.

Este tipo de victimización también tiene un impacto negativo en la vida de las personas cercanas a la víctima, quienes pueden sufrir la misma estigmatización y la pérdida de su propio bienestar social. 





"El hombre que maltrata sistemáticamente a su mujer y no deja de hacerlo tras la separación, debe soportar el peso de una situación que él mismo origina
 bajo el auspicio de  una sociedad y una cultura patriarcales. 

No podemos seguir pidiendo explicaciones a quien únicamente es la víctima de ella y de ellos, pues no sólo no conseguiremos encontrar el camino de salida, sino que nos perderemos aun más en su interior (...). 

En ningún otro tema la conducta del agresor recibe tantas justificaciones y él tanta  comprensión, en ningún otro delito se responsabiliza tan a menudo a la propia víctima”
 
"El rompecabezas". Miguel Lorente, 2006. Ed. Ares y Mares






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